Muhammad XI, o como es conocido popularmente, Boabdil, el último emir musulmán del reino nazarita de Granada. En 1482 alentado por su propia madre, la princesa Fátima, se rebeló contra su padre, Abu-l-Hassan (Muley Hacén) y tomó el trono, pero lo perdió poco más tarde, después de caer prisionero de los Reyes Católicos. Con el fin de fomentar la discordia entre los musulmanes, los Reyes Católicos liberado de Boabdil, a cambio de su lealtad (pacto de Córdoba, 1483). Durante la guerra civil que tuvo lugar entre 1483 y 1487, Boabdil, estableció su corte en Almería, pero tuvo que abandonar la ciudad y buscar la protección de los Reyes Católicos a la presión de la-Detrás, su tío y señor de Málaga. En 1487, la muerte de su padre y de la derrota de su tío a los cristianos de Vélez-Málaga, le fue permitido tomar la Alhambra, y convertirse en el señor de Granada. Sin embargo, la debilidad de los musulmanes fue utilizado por los castellanos para avanzar con el reino nazarí, la conquista de Marbella y Málaga (1487), Almería y Guadix (1489) y Zaragoza (1490). En 1491, el cristiano lanzado sitio de la Granada y bloqueado su vía de comunicación por el río Genil a construir la fortaleza de Santa Fe. Sin la ayuda de el norte de África, el emir de Granada, fue obligado a firmar los acuerdos de capitulación de Santa Fe (25 de abril de 1491), y el 2 de enero de 1492, se dio a la ciudad a los Reyes Católicos. Boabdil recibió una indemnización de la dominación de la Alpujarra es uno de los que la izquierda acompañado por su madre, que, como se dice en el anonimato del romance reprochó a su hijo, las lágrimas en los ojos por última vez a la ciudad de Granada, con la contundente frase: «Llora como mujer lo que no sabía cómo defender como hombre». Después de una breve estancia en la fortaleza de la Alpujarra, el depuesto rey ha decidido salir de la península y pasar a Marruecos. En el año 1493, se trasladó a Fez, donde conoció a su muerte, la lucha contra la jarifíes en la batalla librada en el vado de Bacuna (1527).