Cuando, a principios de la década de los noventa del siglo pasado se rompió Miguel Indurain, la española de ciclismo ha sido transformado. El navarro se convierte en el espejo en el que se veían en las generaciones futuras. Valverde ha sido una de las consecuencias de un cambio tan radical que se ha visto el surgimiento de los ciclistas capaces de plantar cara en los escenarios de ciclismo tradicional europea. Pero Valverde es un ciclista diferente, un talento natural, que se manifiesta desde muy pequeño, cuando empezamos a llamar el Invicto, porque nadie fue capaz de ganar una carrera en las categorías inferiores.